sábado, 2 de julio de 2011

Carta a mi madre...



Para que la leas desde tu morada celestial
Asunción, 15 de mayo de 2011
Querida mamá:

Has de recordar que aquí en la tierra es el día de la Madre; desde las alturas estarás viendo que los jardines han quedado sin flores para llenar las florerías y engalanar los sitios donde se rinden honores a las Madres. En eso nada ha cambiado, mamá
Por las calles, en las oficinas y en las escuelas no se habla de otra cosa, “el día de la Madre”, ¡qué contrasentido! Yo nunca te escuché decir: “hoy es el día del hijo”, no me diste flores un día, mamá... me regalaste el aroma de tu cariño durante toda tu vida, aún cuando ya no estaba contigo.
¿Pretenden que yo me adhiera al “día de la Madre”?, cuando aún me faltan mil años y llenarlos de dulzuras, para hacer que te olvides de mis desobediencias y mis rebeldías; todavía me faltan mil amaneceres y llenarlos de frescura para apagar el fuego de los ardores con que la vida calentó tu cuerpo; me faltan mil caricias para calmar tus llantos y llenarte de besos después de cada caída, como lo hacías conmigo; cuando aún no he recorrido todos los diccionarios para encontrar la palabra adecuada en el instante preciso, como la tenías tú; cuando aún me faltan mil noches de sueño a tu lado para acunarte por aquellos que amaneciste apoyada en mi almohada mientras la fiebre daba saltos en mi cuerpo enfermo; necesito mil noviembres para adorarte de rodillas porque a riesgo de la tuya, me diste la vida...

¡Cómo me piden que yo pague tanto amor con una flor cada año?
Madre querida: tú que velas por mi y bendices mi camino, perdona este descontrol, pero mi alma se siente acongojada por las Madres que solo reciben una flor cada año en pago de tanto amor.
Yo en cambio te ofrezco, madre, el nido tibio que tengo en un rinconcito de mi corazón, convertido en altar, para que descanses en él y encuentres el alivio a tu espíritu; allí te encontrarás con ese Dios que me enseñaste a amar, y Él con su infinita bondad y misericordia limpiará tu alma de ingratitudes para que brilles en la estrella más luminosa de ese cielo que disfruto cada noche.

¡Feliz vida en tu morada celestial, madre querida!!

Tu hija bañada en llanto porque te extraña cada día más

Ninfa